martes, 5 de febrero de 2013

ACTEON, CAZADOR, COMIDO POR SUS PROPIOS PERROS


Acteón, fundador de la ciudad de Tebas se erige con la majestuosidad de la decadencia en la esquina de Alarcón con Carranza. Viejo cuartel militar, burdel de la paranormalidad y aun, residencia atemporal de oscuras nubes que no escaparon del crimen. Cazador de otras naturalezas, su muros se comprenden en la amalgama del olvido y el desquebrajamiento del tapiz como memoria. Acteón, seductor milenario y voyeur del cuerpo desnudo de la ruina, sobrevive al encanto del desastre, junto a la Artemisa, pura de la soledad, devorado a diario por sus propios perros...   

Hacia arriba el profuso laberinto,
la máquina versátil se vuelve,
y retorna Acteón, disperso y difuso,
con el rostro lleno de sudor y polvo,
por lo que resuelve por fin dar algún
descanso a los lebreles y a los canes;
recoge las redes y se adentra en la umbrosa
y oscura selva para reposar

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